Creo que si hay una época del año en la que más utilizo Pantene, es en verano.
Ya os he contado muchas veces que no hay viaje que no me lleve conmigo las famosas «ampollitas» de Pantene y lo hago por varios motivos: no ocupan espacio, las puedo llevar en el equipaje de mano si viajo en avión y, la más importante, me resultan imprescindibles cuando te enfrentas al champú de los hoteles (que a veces no están mal pero, no nos engañemos, no son nada del otro mundo…).
Pero hoy no os voy a hablar de las ampollas, sino de la mascarilla de Pantene.
En los lugares de vacaciones pequeños, no siempre tienes demasiada oferta de productos de belleza y a veces (en mi caso casi siempre) tienes que acabar comprando algo «de urgencia» en el supermercado.
Dependiendo de donde veranees, los supermercados tienen más o menos oferta y en mi caso, es poquísima. Las marcas no son las que utilizo habitualmente así que, para no arriesgar, siempre me voy a Pantene.
Si además le sumamos el que la playa, el sol, el calor, etc… estropean el pelo, esto hace que nunca falten en mi baño productos como esta mascarilla (y el aftersun de Ecran, por supuesto…).
Hasta este año era un bote blanco pero han cambiado el packaging y ahora tiene un color dorado más veraniego y que parece más premium.
El precio no varía: 3,99 euros el bote de 300 ml.
Así que otro verano, volveré a confiar en ella.