Me encanta hacer listas. Da igual que sean de la compra, de deseos o de tareas pendientes.
El problema es que luego no las reviso como debería y se me acumulan nuevos elementos que me obligan a empezar otra nueva.
Aunque yo me guío más por años escolares que naturales, y no sólo desde que tengo niños, el comienzo de un nuevo año obliga a parar, pensar, recordar y elaborar una lista de nuevos propósitos.
Esto de tener un diario, (que en mi caso no es secreto y se llama blog) tiene la ventaja de que es fácil buscar los propósitos que hiciste hace un año y comprobar si los has cumplido o no.
Por supuesto yo, como nadie, he cumplido los propósitos del año pasado y tampoco me siento demasiado culpable por ello. Como suelo decir, lo importante es seguir intentándolo. El problema es cuando uno tira la toalla, así que me he propuesto repetir todos mis propósitos del año pasado (podéis consultarlos aquí).