Termina una semana llena de emociones… y muchas de ellas vienen del deporte que, en su día me cambió la vida y que esta semana me ha hecho reflexionar más de lo habitual.
Hace un par de días tuve una conversación con alguien con quien jamás hablo de deporte.
– «Pero ¿qué es lo que te gusta tanto?”, me preguntaba.
Empecé diciendo lo que tantas veces hemos dicho y tantas otras hemos escuchado: «correr es superarme cada día, aprender dónde están los límites de mi mente, pasar un ratito conmigo misma cada día, desconectar de todo, ponerme retos, es demostrarme cada día que puedo más de lo que creía…».
Pero puede que la parte más importante sea haber conocido personas maravillosas. Y no. No se trata de hacer deporte para conocer gente. Creedme que hay muchas otras formas de «conocer gente» mucho más sencillas y que no implican tanto esfuerzo… Tampoco se trata de hacer amigos con los que pasar muchas horas o correr muchos kilómetros.
Soy de las que corre sola, de las que no tiene apenas tiempo de ir a quedadas y de las que salen corriendo cual Cenicienta después de atravesar el arco de meta los domingos, mientras los demás se van a tomar algo, porque tengo que volver a casa.
Se trata de otro tipo de amistad.
De conocer historias, historias de superación de las que jamás leeremos en las revistas.
Se trata de ver cómo este deporte ayuda a muchas personas a mejorar días que son mucho más duros de lo que imaginamos.
Se trata de compartir con ellos a diario los “no puedo”, los “lo voy a volver a intentar” y celebrar como si fueran tuyos los “Dios mío, lo he conseguido”.
Esta semana lloraba con mi amiga Leticia al teléfono felicitándole por su media maratón (porque las dos sabíamos que esa medalla suponía mucho más que 21k), le contaba a mi madre lo feliz que me hacían los 42k de Cris (y lo que esa niña había conseguido a base de esfuerzo, de pelear y de no rendirse, no os podéis imaginar…), o la suerte que era para mi tener una pequeña (pero enriquecedora) conversación con alguien como María Vasco o Alessandra Aguilar, y darme cuenta que detrás de los éxitos olímpicos hay corazones de oro, mucha generosidad y mentes de las que aún tengo mucho que aprender.
Esta semana moría de envidia de no haber podido estar animando con los Drinking Runners que con esa solidaridad infinita ayudaron y acompañaron a tantísima gente el sábado pasado en Madrid y que se quedaron allí hasta que el pasó el último del maratón.
Y cuando, además de disfrutar corriendo, eres capaz de alegrarte de los éxitos de otras personas, las alegrías que te da el running se multiplican…. Ese es el verdadero lado bonito de todo esto.
Porque si un entrenamiento te hace ver de lo que eres capaz, las personas son las que te hacen ver que la vida es maravillosa y este deporte aún más ??.