Yo a veces parezco tonta. En concreto, cada vez que entro en una zapatería y decido comprarme unos zapatos más altos de los que tenía en mente al cruzar la puerta…
Y es que cuando una se los prueba en la tienda piensa «Ay, pues no son tan incómodos… Da igual que lleve tres años sin subirme a semejante tacón, porque estos… estos sí son cómodos».
Por supuesto una no cuenta con que la moqueta y los escasos metros cuadrados de la tienda te están creando un falso espejismo y que una vez en la fiesta, los tacones te van a resultar igual de incómodos que los anteriores.
Sin embargo yo, como casi todas, me resisto a dejar de utilizar tacones que, no nos engañemos, estilizan y dan un toque elegante a cualquier look. Lo que sí hago ahora es comprarlos por internet, me los pruebo en casa con calma… y me ahorro el tema de la moqueta…que nunca está de más.
Y pensaréis que me voy a poner a practicar en casa hasta que aprenda a caminar con tacones sin parecer un pingüino, pero no… no tengo tiempo. Esta vez tengo un truco que, según me ha contado una íntima amiga, me va a permitir llevar tacones sin morir en el intento (y mi amiga es de las que lleva tacones pocas veces… y esas veces le funciona).
Se trata de una almohadilla para que resulte más fácil caminar y no acabar con un dolor de pies tremendo…
Ya sabéis que hay cientos de productos de este tipo y a mi, ninguna me alivia. Pero mi amiga asegura (y yo la creo) que estas sí funcionan.
Se trata de una almohadilla muy suave de Farmalastic (Cinfa), una marca de toda la vida y de la que ya os hablé cuando descubrí sus productos para cuidar los pies.
Por lo visto, como va sujeta, no se mueve, no roza, y me va a permitir subirme a mis nuevos tacones sin sufrir por ello… ya os contaré.
Y vosotras ¿qué pensáis? ¿tenéis algún otro truco eficaz para las que no estamos acostubradas a los tacones?