Hace un par de semanas recibía una llamada con una propuesta que nadie podría rechazar: Un encuentro exclusivo con el maestro perfumista Alberto Morillas para poder conocerlo en primera persona y presentarnos su última creación: Armani Profumo.
Asistíamos al encuentro sólo 6 bloggers (yo era la única bloguera de belleza), Remy Chadapaux (Consejero Delegado de L´Oreal Lujo), Maria Rosa Olona (Directora de Comunicación de L´Oreal Lujo) y Sofia Henkart (Directora de Comunicación de Armani).
Hay algo mágico en conocer a los artistas, sean del campo que sean, y escuchar sus palabras, observar sus gestos y tratar de imaginar todo lo que esconden detrás de sus creaciones.
Alberto me fascinó desde el primer momento.
Generosidad, sinceridad y humildad. Esas fueron las palabras que este hombre de ojos azules me transmitió.
Él no trata de ser un mito, de ser alguien especial, de inspirarnos nada que tenga que ver con lo que conocemos como un genio. Pese a que Alberto es, precisamente eso, un genio.
Creador de fragancias tan míticas como CK One de Calvin Klein (un perfume que rompió todos los moldes en su día y que yo utilicé durante años), Must de Cartier Xeryus de Givenchy, 212 de Carolina Herrera, Bvlgari Man, Flower by Kenzo o Acqua di Gío de Armani, disfruta con su trabajo y se acuesta y se levanta junto a sus fórmulas.
Reconoce que tiene un don, una facilidad especial para «traducir» los sentimientos de una persona (su cliente), en una fórmula y transformarlos en un perfume.
«Mi inspiración viene de la reunión con el cliente. Sus palabras son importantes. La proximidad hace toda la diferencia cuando se trata de crear perfumes. »
Reconoce que tiene un don, una facilidad especial para «traducir» los sentimientos de una persona (su cliente), en una fórmula y transformarlos en un perfume.
«Mi inspiración viene de la reunión con el cliente. Sus palabras son importantes. La proximidad hace toda la diferencia cuando se trata de crear perfumes. »
Me llamó la atención que Alberto escriba todas su fórmulas a mano.
«Escribir una fórmula en un ordenador tiene la ventaja de ser preciso, pero le quita la parte emocional. Escribir mi mano mis fórmulas me permite verdaderamente expresar mi idea en una sola página. Mi escritura es mi emoción. Cuando escribo la fórmula, puedo oler la fragancia.»
No viaja para buscar inspiración, pero admite que cualquier viaje, cualquier aroma despierta su lado artístico, como algo natural.
«Háblenme de ustedes» – repetía Alberto a lo largo de nuestro encuentro.
«Lo que hacen ustedes me parece mucho más difícil» – decía – «Yo no sabría hacerlo. No sabría cómo expresar con palabras lo que inspira un perfume. No sabría describirlo…».
Era increíble escuchar esas palabras de alguien capaz de interpretar los sentimientos y convertirlos en la fórmula de una fragancia. Y eso, todos lo sabemos, es mucho más difícil… Sorprendía escucharlo de un hombre fascinante, un hombre capaz de crear las mejores fragancias y probablemente el mejor en hacerlo en el mundo entero.
Os contaré estos días todos los detalles sobre la nueva fragancia que Alberto Morillas ha creado para Armani, Armani Profumo.
