Conocí a Marco Aldany cuando era sólo un niño (juraría que se llamaba Marcos…) y jugaba en la peluquería de su madre en la calle Galileo.
Nadie, ni siquiera su madre Ana, imaginaba que aquel niño sería el popietario de un imperio en el mundo de la peluquería. La verdad es que a mi siempre me alegra que la gente triunfe y Marco y su hermano han sabido hacerlo, no hay duda.
No soy clienta habitual de Marco Aldany pero tengo la suerte de vivir cerca de una de sus peluquerías que abre de 10 a 22 horas incluídos los domingos. Y cuando una no tiene tiempo, tener una peluquería abierta el domingo no tiene precio.
Así que un poco harta de esta melena pantojil, muy de moda pero un poco sosa me lancé a darme un poco de vida en el peinado.
Por supuesto, una que ya tiene experiencia le dijo a la peluquera que quería cortar poco, poquísimo mi pelo…
No era verdad, pero por alguna extraña razón en las peluquerías siempre añaden diez centímetros a la longitud que has pedido que te corten.
Debe ser algún «pacto secreto» que les enseñan en las academias…
Si una no tiene demasiadas pretensiones, Marco Aldany es una opción válida.
Lógicamente no esperaba que me hicieran un corte tan maravillosos como David Lorente, pero para lo que buscaba hoy, me valía.
El trato es un poco regular y el lavado de cabeza normal y corriente (con lo que me gustan los masajes que dan en casi todas las peluquerías) pero también se ve reflejado en el precio, bastante económico afortunadamente.
A la hora de peinar, también hay cierta tendencia a peinarte y requetepeinarte.
– ¿Cómo lo quieres?
– Natural, como si no fuera peinado.
El primer error fue no irme con él mojado a casa como acostumbro a hacer en verano y así me lo peino a mi gusto… pero me pudo la pereza.
El peinado siempre promete ser natural. Y una encantada.
Pero de repente el cepillo y el secador parecen no poder parar y hala, me peinan tanto y me dan taaaaaannntaaaa forma a las puntas que parece que voy de boda.
Nada grave, con lavarlo en casa y dejarlo secar al aire solucionado.
Y al menos no llego a casa con un nudo en el estómago por haber pagado una barbaridad en la peluquería, cosa que tampoco está mal.
Y vosotras ¿a qué peluquerías vais?