Como cada año me gustaría compartir con vosotras mis propósitos de año nuevo. Pero quiero hacerlo sin frivolidades ni tópicos, quiero contaros mis propósitos, los de verdad, la lista que he tratado más de tres días en hacer…
Cierro un año que aunque me haya regalado momentos inolvidables y me hayan pasado tantísimas cosas buenas como os conté hace un par de días, ha sido también duro, al menos mentalmente.
No sé si es debido a la intensidad o a la rapidez de todo lo que ha pasado, o a que, por primera vez en mi vida, he visto un ápice de vulnerabilidad en alguno de los pilares básicos de mi vida, pero el año que dejamos atrás me ha hecho pensar mucho y me ha convertido en una mujer más fuerte en todos los sentidos.
Sin duda, la palabra «resiliencia» ha sido una de las claves del 2015.
Por primera vez en mi vida, puedo sonreir sabiendo que he cumplido algunos de los propósitos que hice años anteriores y he aprendido a disfrutar más de la vida.
Pero también, este año he sentido por primera vez sensaciones como el miedo o la ansiedad, fruto, imagino, de la intensidad de los acontecimientos y esta manía mía de no decirle que no a nadie ni a nada y esta extrema sensibilidad que decidí a confesar hace unos meses en este post que tantísimas reacciones tuvo y por el que llegué a recibir más de 100 emails…
Así que mi primer propósito del año no puede ser otro que afianzar este aspecto y tratar de tener esa fortaleza mental que siempre he tenido y que este último año se ha tambaleado un poquito.
Veamos el resto:
1.- Yo, yo y más yo
Puede sonar egocéntrico… y lo es. Pero como soy consciente de que me voy a quedar solo en «serlo un poquito», no me da vergüenza admitirlo. Toca pensar más en mí.
Me he acostumbrado a darlo todo sin esperar nada a cambio, a contarle un problema a alguien y me contesten contándome otro problema mayor, a cambiar mis planes por personas que no harían lo mismo por mi, a agradar a todo el mundo por miedo a desilusionar, a herir o a sentirme culpable si no lo hago… pero tengo que intentar mejorar en esto.
Seguiré ayudando y dándolo todo con el corazón en la mano, porque no sé ser de otra forma, pero trataré de pensar más en mi. Y creo que eso no es malo.
2.- Crecer
En 2016 se cumplen 10 años de algunos de los cambios más importantes de mi vida.
En 2006 me dejé de trabajar en una multinacional para crear mi propia empresa y me convertí por primera vez en madre. Diez años.
Y creo que es muy sano hacer cambios importantes en la vida cada diez años. Para no oxidarse. Para no olvidarse. Para no estancarse. Para evolucionar.
Y para ello, este 2016 quiero dar máxima prioridad a formarme, profesionalmente y personalmente. Necesito crecer, necesito avanzar y volver a tomar retos profesionales. Así que uno de los propósitos más importantes para mi será la formación.
3.- Cuidarme más
Es consecuencia del propósito inicial. Además de tomarme las cosas con más calma y seguir en el gimnasio, tengo que empezar a cuidar la alimentación. Por mucho que se lleven las curvys, o nos bombardeen con la expresión que tan poco me gusta, «belleza real», toca ponerse en serio con este propósito. Y lo voy a conseguir. Creedme.
Ojo, que ello no implica para nada complejos de ningún tipo. Me gusto como soy (prueba de ello es que no le he dado ninguna prioridad en mi vida a perder peso en los últimos años), pero quiero volver a ser yo, y eso pasa por peder peso… después del roscón, por supuesto.
4.- Orden, orden y más orden
La falta de tiempo está consiguiendo que no tenga orden en casa, pero tampoco orden en el móvil, en los programas y archivos, en las comidas, en las rutinas… necesito orden en mi vida.
No puedo seguir acumulando los más de 300 emails que recibo cada día y consolarme con «marcar como no leído» todo en mi vida. Sé de sobra que lo que marco «como no leído» no lo vuelvo a leer jamás… porque mañana llegarán otros 300 mails, y pasado mañana otros 300… y los de hoy se perderán en las profundidades de la bandeja de entrada…
Y ello me lleva de cabeza al siguiente propósito…
5.- Vivir con menos
En esta vida acumulamos demasiadas cosas.
No me refiero solo a lo material, aunque no cabe duda de que se puede vivir con muchas menos cosas materiales y creo que es algo muy sano para la mente. Sin duda lo voy a intentar. Toca hacer limpieza y deshacerse de lo que nos sobra.
Pero además, tengo que hacer limpieza de mails, de apps, limpieza de libros (que nadie se asuste, pero acumular libros sobre WAP por ejemplo no tiene ningún sentido…), de juguetes, de ropa e incluso de personas. Creo que además, aprender a vivir con menos, es una buenísima enseñanza para los niños.
6.- Saber pedir ayuda
Es algo que no me gusta. Con todo lo que disfruto ayudando a mi gente, me cuesta horrores pedir ayuda.
Y lo tengo que hacer.
7.- Estar 10 minutos al día si hacer nada y en silencio
Admito que mi vuelta al gimnasio este verano me sirvió para sacar un rato para pensar en mis cosas, pero creo que aunque no sé si conseguiré meditar, tengo que lograr sentarme 10 minutos al día, en silencio, sin hacer nada más. Ni mirar el móvil de reojo.
8.- Voluntariado
Otro de los temas que dejé un pelín apartado cuando fui madre, y la agenda se comió todas las horas del día.
Sigo soñando con ir a Etiopía y pasar una temporada allí, pero mientras tanto el cuerpo me pide involucrarme en proyectos solidarios de forma personal y anónima aquí cerca. Lo necesito.
9.- Viajar en familia
Los viajes han sido una de las cosas más maravillosas de 2015, y espero poder seguir haciéndolo en 2016, pero además quiero potenciar los viajes en familia. Salir los fines de semana, no tener pereza para movernos de un lado a otro en busca de planes o simple desconexión. Sé que no es fácil cuando se trabajan 14 horas al día, 7 días a la semana… pero me hace falta.
10.- Amistad
Me atormenta, no sabéis hasta que punto, no sacar tiempo para quedar a comer con amigas, para contestar whatssapps, o hacer esa llamada que tengo pendiente hace años. Creo que es el precio más alto que estoy pagando por este frénetico ritmo de vida que llevo… pero necesito volver a centrarme en esto… como sea.
11.- No estar siempre disponible
Aunque parezca contradictorio con el propósito anterior, no quiero estar siempre disponible.
Me gusta contestar a los correos, a los mensajes,… en el momento. Pero necesito desconectar y que no sea el fin del mundo apagar el móvil durante una hora al día. Por desgracia lo que os conté en este post, No molestar, es una historia real, y me recuerda que tengo que bajar el pistón.
12.- Volver a dibujar
Me gusta escribir, cocinar y dibujar. Las dos primeras las hago a diario, pero tengo que retomar el dibujo, los comics y las ilustraciones.
13.- Reducir la empatía
«No puedes cargar con los problemas de todo el mundo sobre tus hombros» y «El problema de alguien no te puede afectar más que a la persona que lo tiene» son dos frases que me han repetido mucho este año. Y tienen razón. Tengo que intentar no cargar con todos los problemas sobre mis hombros.
14.- Planificar
En estos diez años la vida me ha ido marcando el camino, casi casi por azar… jamás me planteé ser bloguera y mirad donde estoy. Nunca pensé en dar clases y llevo más de 5 años impartiendo clases de WordPress.
Me he acostumbrado a la improvisación, tanto que se ha convertido en una de mis mayores virtudes. Pero tengo la sensación de ir un poco como Tarzán, de liana en liana. Así que creo que toca sentarse, coger lápiz y papel, pensar y planificar bien el rumbo.
15.- Reir, llorar, bailar, y seguir emocionándome
Y como cada año, mi último propósito es seguir siendo como soy. Porque me encanta ser capaz de reírme de mí misma, de reconocer mis errores, mis debilidades, de hablar sin tapujos sobre cualquier sentimiento, pero también de seguir soñando con un mundo mejor, de seguir creyendo que algún día conoceré a Bruce Springsteen, y de seguir con todas mis manías, las buenas y las malas.
Así que en 2016 seguiré llevando siempre un boli bic azul y tres barras de labios en mi bolso, seguiré derritiéndome con el chocolate con un toque de sal de Lindt, y seguiré volviendo a casa si se me olvidaron los pendientes, si tengo suerte, volveré a ver bailar una vez más a Baryshnikov, y seguiré coleccionando lápices de lugares especiales. Seguiré bailando en la cocina con los niños sin importarme que se manche todo de harina, y seguiremos cantando a gritos en el coche cada mañana.
Porque si de algo estoy segura, es que no tenemos que tomarnos tan en serio la vida y ser capaces morirnos de risa al admitir, dentro de 365 días, que no hemos cumplido ni la mitad de los propósitos y que tampoco ha pasado nada, ¿no os parece?