Os prometo que cuando escuchaba a Depeche Mode cantar la canción que da título a este post, no imaginaba lo que significaría para mi la palabra «Silencio» años después.
Como mamá «entregada a sus fieras» y con el nivel de ruido empeorando a medida que cumplen años, el silencio es el bien más preciado, el que más disfruto y el que le pediría al genio si un día saliera de la lámpara…
Ayer, tras unos días maratonianos de festivales escolares, trabajo, comidas, cenas y dormir poco, llegaba a casa y encontraba un regalo de excepción: la última línea de Rituals, TAO.
El simple hecho de leer «Rituals» ya me inspira paz interior pero además, esta colección combina unos tonos verdes y dorados en el packaging que son de lo más inspirador.
De repente, una palabra logró que mi mirada se quedara fija, y ni los gritos y los juegos de mis niños pudieran apartarla de allí: «SILENCE«.
Suspiré. Ya sabéis que el suspiro es la forma de decir todo lo que no se puede decir con palabras.
Los productos en los que me había fijado eran el jabón de manos y el exfoliante.
No pude esperar un minuto a probarlos, a dejarme llevar por la fragancia del loto blanco y el Yi Yi Ren y la suavidad de un producto que, por cierto, no lleva jabón.
Este «jabón sin jabón» se llama Silence Hand Wash y tiene un precio de 8 euros (300 ml.)
Su «hermano pequeño», el exfoliante, Silence Hand Scrub, tiene la misma fragancia y además está enriquecido con aceites naturales (no grasos).
El precio del exfoliante es de 10 euros (200 ml) y os aseguro, que si lográis unos minutos de silencio a cambio, merece la pena…