Si volver de vacaciones tiene algo de positivo, es volver a tener a mano todos tus productos de belleza.
Y no se puede decir que una no viaje con sus imprescindibles…
Os aseguro que en mi caso, todo el espacio que gano en la maleta a medida que los niños crecen y me libero de biberones, sillas y demás trastos, lo va ocupando un neceser cada vez más grande… Suelo justificarme asegurando que a medida que una cumple años, necesita viajar con más productos, pero también creo que me he vuelto más exigente y en algunos casos ya no me sirve cualquier remedio de emergencia comprado en un supermercado…
Y si algo he aprendido este verano es la importancia que tiene un buen desmaquillador de ojos.
Me llevé un desmaquillador de ojos de Galenic pero en formato viaje, así que cuando se terminó bajé (sabiendo que me arrepentiría) a comprar unas toallitas desmaquilantes de marca blanca del supermercado local, que, si bien desmaquillaban bien la cara, en los ojos era como aplicar veneno…
Así que fui a la farmacia en busca de un desmaquillador de ojos específico y encontré este de Avene:
Se trata de un gel (que parece jabón) que se aplica en un disco de algodón y desmaquilla los ojos.
Incorpora manzanilla y agua termal así que, al contrario que las «toallitas asesinas«, es apto para ojos sensibles y no pica ni escuece, pero también tengo que decir que no quita al 100% el maquillaje.
La textura te hace dudar si necesita aclarado porque se parece jabón, pero el envase no dice que haya que hacerlo.
Se necesitan bastantes aplicaciones para retirar toda las máscara de pestañas y eso, que no llevaba ningún producto waterproof.