Septiembre es un mes de cambios, de vuelta a la normalidad después de ese obligatorio y deseado parón que nos trae el verano y que, pese a que yo no he dejado de trabajar, obliga a bajar el ritmo.
Este año traía nuevos retos, cambios de esos que suponen una pizca de emoción y otra de miedo pero que estábamos preparados para afrontar.
Pero a veces la vida te pone pruebas más difíciles de lo que esperabas y la vuelta al cole en mi caso, se unió a una noticia desoladora que me ha impedido concentrarme y hacer prácticamente nada en los últimos días.
No quería hablar de ello. No quería contarlo en los blogs porque era un tema demasiado personal, pero escribir siempre me ayuda a superar, a ordenar la cabeza, es como una terapia para mi… y como a veces suelo decir «escribir es otra forma de llorar».
Después alguien me dijo que escribir sobre ello podría ser un precioso homenaje y, por las muestras de agradecimiento que estoy recibiendo, creo que contarlo puede ayudar de muchas maneras.
Os dejo el post que escribí el mismo lunes por la noche, después de un día desolador y del que aún no me he recuperado.
Podéis leerlo en mi otro blog: «Los superhéroes existen».