Ni el de los reyes Magos ni el de la mina Conchita… pero atentas porque se avecina la fiebre del carbón y yo, ya lo estoy probando.
Admito que fui la primera en reirme cuando Gwyneth Paltrow aseguró que el zumo de carbón era beneficioso para la salud. Puede que fuera el nombre, o imaginarme bebiendo algo de color negro, pero me pareció una locura.
Sin embargo, durante este año, son muchos los beneficios que se han descubierto sobre el carbón vegetal activado que nada tiene que ver con el que imaginamos en primera instancia, y que se extrae de la cáscara del coco.
El Carbón Vegetal Activado es el mayor absorbente natural que existe y se emplea para eliminar sustancias no saludables (bacterias, toxinas y gases) del organismo, impidiendo su absorción.
De esta forma, el carbón vegetal activado lo que hace es crear una película protectora en el intestino que disminuye la absorción de toxinas, grasas, azúcares y gases, haciendo, por ejemplo, que después de comer tengamos el estómago menos hinchado.
A mi esto ya me atraía (y más ahora que he empezado a cuidarme un poco más en serio), pero lo de beber zumo de carbón no me convencía, para qué engañarnos.
Por suerte he conseguido todos los beneficios pero tomándolo en comprimidos, que además, son más fáciles de llevar en el bolso si tienes una comida fuera o vas a «pecar» un poquito con algún exceso.
Cómo tomarlo
Se toma 1 cápsula con agua (no aconsejan tomarlo con otra bebida) media hora antes las comidas.
Si estás tomando algún medicamento, para no disminuir su eficacia, es mejor dejar un intervalo de 3 horas entre el comprimido de carbón y el medicamento.
Ingredientes
Cada cápsula lleva 250 mg de carbón vegetal, 100mg de lecitina de soja, 100 mg de carbonato de magnesio y 50 mg de anís verde.
Precio
El precio del bote con 36 cápsulas es de 15 euros y se venden aquí.