«Hola. Me llamo Susana y es la primera vez que piso una pista de atletismo. ¿Me puedes decir lo que tengo que hacer?».
Así, convertida en una especie de Bridget Jones, y sintiéndome tan pequeñita como ridícula, llegaba a la pista de atletismo que hay cerca de mi casa para intentar cumplir el entrenamiento de ese día.
Mientras, sin terminar de entender cómo había llegado hasta allí, me repetía: «Pero Susana ¿tú qué haces aquí?».
Ante mi, pasaba imágenes de los dos años anteriores.
Del día que decidí ponerme una zapatillas y empezar a caminar.
Del día en el que intenté correr por primera vez, y casi se me sale el corazón por la boca.
Del día en el que decidí hacer 15 minutos diarios de elíptica para bajar peso, mientras todo el mundo creía que estaba loca.
Del día que me sitúe yo sola, sin conocer a nadie y muerta de miedo, en la linea de salida de una carrera de 10k, y de las lágrimas que solté al llegar a meta, donde casi abrazo a un chico que repartía publicidad de otra carrera, porque no sabía a quién contarle todo aquello que sentía.
De cada noche en la que decidía salir a correr sin ganas, sin saber de qué valía aquello y de cada vez que me dije «ponte las zapatillas y hazlo».
De cada día en el que llegaba completamente endorfinada a casa con una alegría que nadie entendía y me sentía como si hubiera ganado un oro en las los Juegos Olímpicos. Y del día que me daba la vuelta, desesperada y frustrada, a los 100m porque esa vez no había sido capaz.
Y allí estaba. Delante de una pista de atletismo. Yo. Madre mía…
Hace un par de meses, después de 2 años de correr a lo loco y sin rumbo, decidí dar un paso más dentro de este deporte. Durante dos años había corrido para disfrutar, sin saber lo que haría cada vez que cruzaba la puerta de casa, si 2 o 10km, sin saber la velocidad, el ritmo o la distancia que recorrería antes de volver a casa y poner la lavadora o terminar el trabajo pendiente. Y no os equivoquéis. Correr para disfrutar no quiere decir que sea fácil. Al revés. Implica mucha disciplina, mucha cabeza y mucho esfuerzo, porque cada día, la meta te la pones tú… y sin saber siquiera si tiene sentido, si te estás exigiendo mucho o poco.
Así que me apeteció dar un paso más y ponerme en manos de un entrenador que me guiara, que me indicara lo que tenía que hacer y que me sacara de mi zona de confort.
Las diferencias ya se empiezan a notar. De momento, si un día tengo que entrenar y llueve, pues entreno. Antes me quedaba en casa. Y para mi, autónoma, madre de dos niños, con trabajos que van desde dar clase en un máster hasta las 22h, o acudir a presentaciones a cualquier hora del día y levantarme a las 6 de la mañana para poder escribir o programar una web, no resulta fácil encajar entrenamientos que exigen buscar tiempo y desplazamientos. Pero lo he elegido y sólo puedo dar gracias de poder hacerlo.
Allí estaba yo. Sintiéndome pequeñita en aquella pista. Pero los entrenamientos incluyen series, rectas y otras cosas que no podía hacer por los lugares donde suelo entrenar, lleno de cuestas y sobre todo, irregulares.
Pocas semanas después de pisar aquella pista por primera vez, había conseguido rebajar mi marca personal en 10k, acabando una carrera en 51:29… lo que me demostró dos cosas. Primero, que, como yo creía, no me estaba esforzando demasiado hasta ahora, no estaba dando el máximo. Segundo que el esfuerzo de esas primeras semanas, empezaban a dar sus frutos.
Dos semanas después de empezar, después de un entrenamiento de los duros, una de las personas que trabaja en la pista me dijo al despedirse: «Madre mía, sí que te lo estás tomando en serio. Y no lo haces nada mal. Tienes mucho mérito». Yo, sonreí y le dije: «No. No tengo mérito. Tengo mucha suerte de poder hacerlo. Mérito tengo en otras facetas de mi vida, esto lo hago porque me gusta».
Como os digo, empieza una nueva etapa en este deporte para mi, que no es ni mejor ni peor. Os aseguro que estoy orgullosísima de mis dos primeros años, y sobre todo del primero en el que corría sin gps, solo salía, hacía 4 kms, y alucinaba yo misma de lo que era capaz de hacer…
Orgullosísima de esas 7 medias maratones terminadas por alguien que aún ahora, cuando se pone en la linea de salida de cualquier carrera, no se cree capaz de correr 5k y que a veces, se levanta y va a ver la medalla de finisher para comprobar si aquello no fue solo un sueño.
Durante estos dos años, no he querido aburriros mucho con mis historias de «runner» principiante y tenéis el blog que escribo en ASICS para leer mis experiencias, pero en los últimos meses sois muchas las que me habéis pedido que os cuente algunas cosas así, que sin ser pesada, ni perder el foco de este blog, que sigue siendo la belleza y el bienestar, intentaré incluir más post sobre temas de deporte y sobre todo, de compartir cómo empezar a moverme, poco a poco, con toda la prudencia del mundo y sin grandes ambiciones, me ha cambiado la vida, me ha ayudado a perder peso y sobre todo, a quererme más y a creer otra vez en mi.
Si os interesan algunas cosas o temas en concreto, no dejéis de escribirme o dejar un comentario.
2019 va a ser un gran año para todas, ¿estáis listas?