Admito que me hace gracia que las cadenas de comida rápida nos den consejos de vida saludable.
Como madre, soy consciente de que decirle a un niño «come frutas y verduras» mientras él tiene clavada la pupila en el último juguete de Angry Birds que regalan con el menú infantil, es como hablarle a la lavadora, pero también admito, que tienen que decirlo… por si acaso.
Así que lo primero que he pensado al leer que Burger King inauguraba su propio spa, es que esto se les había ido de las manos definitivamente (aun retumban en mi pupila las imágenes de los esmaltes de uñas con sabor a pollo del KFC).
¿Gente comiendo hamburguesas y después entrando en un spa? Cuando estaba a punto de dejar de leer, me he dado cuenta de que la idea no es tan descabellada como en un principio me podía parecer…
Este spa está en una de las sucursales de Burger King en Finlandia, donde la sauna (porque aunque lo llamen spa, se trata solo de una sauna) es casi una institución. Y el espacio se alquila para eventos.
Personalmente, nada me chirría más que el concepto de wellness unido a un lugar donde abundan las grasas (y ojo que yo de vez en cuando disfruto como la que más con un whopper…) y se me ocurren trescientos lugares mejores donde relajarme y eliminar toxinas, para qué engañarnos.