Llueve, qué digo llueve, diluvia.
Madrid parece inmersa en una rueda que gira cada vez más rápido.
Los coches se apelotonan en las cercanías de los semáforos y los peatones corren despavoridos como si la lluvia no les fuera a seguir allá donde vayan.
Los zapatos mojados y la, más que evidente, falta de pericia con los paraguas, ponen de manifiesto que esta ciudad está más acostumbrada a los años de sequía que a tanta lluvia.
Ojalá existiera un lugar donde refugiarse de todo esto…
Ojalá existiera un lugar donde dejar atrás tanto frío, tanta prisa, tanta lluvia…
Sí, ese lugar existe. Madrid esconde un tesoro en la calle Campoamor número 6: The Lab Room
Un precioso escaparate anuncia que cruzar su puerta es entrar en un paraíso de paz, belleza y mimos.
La tienda que precede al salón de belleza te inivita a quedarte, a probar cada uno de los productos que adornan sus vitrinas.
De repente el reloj se para.
Quiero un masaje relajante, quiero un remanso paz en mi mente, un delicioso relax…
Quiero aromaterapia, aceites esenciales, velas, mi propia fragancia…
Quiero que me pongan guapa, me maquillen, me peinen, me diseñen las cejas, hidraten mi piel…
Y todo en un mismo lugar, en un maravilloso trocito de cielo que te protege de todo lo demás.
Si además quieres spa, ducha de aromas, jacuzzi, hidromasaje… no tienes más que pedirlo.
The Lab Room tiene todos estos servicios muy cerca, en su establecimiento del Hotel Miguel Ángel.
La artífice de todo esto es Mónica Ceño. Una licenciada en Historia de arte que después de pasar por el MOMA o el Guggenheim de Nueva York, abrió The Lab Room hace 10 años en la calle Velázquez.
Nada más llegar, triunfó. Yo estuve allí en 2001 y ya se veía que llegaría lejos.
Según leo en el blog Miss Cremas, Mónica es una de esas personas que posee poderes para multiplicar las horas del día, para hacer mil cosas a la vez y siempre con una sonrisa que lo hace parecer fácil.
Sólo así se explica que sea capaz de atender a una periodista mientras se viste para su boda, o sea capaz de escribir un libro en tan solo diez días estando embarazada de ocho meses y con un niño de dos años…
Sólo así se consigue sacar a la luz la propia linea de belleza: The Lab Room Beauty Collection, con productos como el bálsamo de caléndula para cejas que ha dado la vuelta al mundo, o el famosísimo lápiz de cejas que Mónica describe como el definitivo, tras probar más de 700 en su laboratorio.
Así, y sólo así, se consigue crear en pleno corazón de Madrid este paraíso de paz, calma, mimos y belleza.
The Lab Room además pone a nuestro alcance los productos y tratamientos que sólo están disponibles fuera de España. Es el caso por ejemplo, de la gama de autobronceadores St. Tropez del que volveré a hablar muy pronto pues ha sido mi última adquisición (junto con el lápiz de cejas) en la tienda de la calle Campoamor.
Sólo me queda recomendaros una visita a este «trocito de cielo» en el corazón de la ciudad y sucumbir a sus placeres y mimos, y por supuesto, desearle todo lo mejor a Mónica, con quien tengo el honor de contar como lectora de este blog y que sin duda seguirá dando que hablar en el universo de la belleza dentro y fuera de España.