Con un nombre tan original como difícil de pronunciar, hace meses que llegó a Madrid, desde Londres y de la mano de Holmes Place, el gimnasio del que últimamente todo el mundo habla.
El nombre hace referencia a la palabra «tribu» porque el concepto se basa en clases colectivas que mejoran, en muchos aspectos, el concepto al que estamos habituados.
Ayer, la cita era pasar una tarde de viernes lluvioso con amigas probando una de sus clases y descubriendo, por fin, por qué es tan especial este sitio.
Se une a la tendencia del deporte para la gente que no tiene apenas tiempo.
Por ello, además de situarse en zonas como Cuzco o la calle Basílica, cuenta con todo tipo de comodidades: clases de 50 minutos, taquillas con código (y olvídate de alquilarlas o ir con el dichoso candado que te piden en otros gimnasios…) comodidades del tipo champú en seco, secadores y planchas para el pelo (ghd), productos de higiene femenina, desodorante, toallas, y hasta un batido reconstituyente a la salida (incluído en el precio) para que no tengas que perder ni un minuto.
Pero este gimnasio boutique, además, se basa en la idea de que ya no queremos pagar cuotas mensuales, así que sus clases se reservan por app de forma individual, o a través de bonos que rebajan el precio (20 euros la clase y 12 si compras un bono).
¿Cómo son las clases?
Las clases se dividen en 3 zonas (de ahí el nombre de TRIB3): cintas de correr para hacer cardio, una zona con pesas para entrenar fuerza y una de intensidad o HIIT.
Al llegar, además de la toalla, te dan un pulsómetro que debes colocarte debajo de la camiseta y que permite que el monitor esté viendo en cada momento el trabajo. Además los resultados se van viendo en una pantalla durante toda la clase lo que puede hacerlo aún más divertido entre amigos.
Os confesaré en en mi caso, como buena Bridgett Jones, me pasé la clase preguntándome por qué yo estaba siempre la última hasta que me di cuenta que, en nuestro caso al menos, estaba colocado por orden alfabético y «Susana» era el último nombre 😉
Tal y como nos prometieron, las clases no eran sólo clases sino una experiencia divertida. Los monitores, van animando en todo momento consiguiendo que la clase sea dinámica, y disfrutes sudando la camiseta, mientras escuchas música de playlist diseñadas por psicólogos (en la propia sala y en todo el centro).
Y para finalizar, como os digo, un batido reconstituyente y una zona donde comentar la clase y despedirte de tus amigas antes de volver a salir corriendo cual Cenicienta 😉
Recomendable 100%… yo ya estoy deseando volver 😉