Últimamente me da por echar la vista atrás y pensar en todo lo que ha pasado en los últimos años.
Aunque, cuando hablamos de pandemia y confinamiento, mis palabras suelen ser de agradecimiento por no haber perdido a nadie, no haber tenido familiares en el hospital y haber, no solo trabajado sin problema, sino más que en toda mi vida, a veces pienso que los daños que me dejó a mi, son invisibles.
Más allá de los kilos de más (que ojalá también fueran invisibles… jajaja) y haber empezado la adolescencia de mis dos fieras por la puerta grande, pensaba que no me podía quejar.
Lloré como todos cuando todo se paralizó de la noche a la mañana y como cualquier autónomo, tuve miedo. Cual ave fenix, o simplemente como alguien que no sabe rendirse, me puse a remar, a trabajar, y me pasé. Nunca he trabajado tanto como desde 2020, lo que además, me hizo tener la mente tan ocupada que no me permitió pararme a pensar demasiado en todo lo que sucedía, y ello, ha sido un auténtico regalo para mi salud mental.
Sin embargo, una vez que la rueda ha dejado de girar tan rápido (yo me acabo de relajar con la mascarilla hace tan solo un par de meses…) y he tratado de volver a la normalidad, me he dado cuenta de que hay «secuelas invisibles» que no había visto.
Volver a correr me ha costado horrores, por ejemplo.
La rueda de entrenar a diario, sentirte culpable el día que no lo haces, mantener la hidratación, una dieta sana y el descanso suficiente de cara al 10k de cada domingo. Buscar casi obsesivamente el hueco para ir a la pista de atletismo cada día o cuidar cada uno de los aspectos para mejorar cada día, también se paró. Y no sabéis lo que cuesta volver a coger el ritmo.
La ventaja es que tengo muchos defectos pero una sola virtud: Soy inagotable. No me rindo. No me importa empezar de cero trescientas veces.
Así que volví a empezar. Y las montañas de trabajo me hicieron fallar otra vez, y volví, y volví a fallar.
Hoy os cuento orgullosa que llevo dos semanas completas entrenando 4 días por semana. Poquito pero bien. He sabido empezar con cuidado y sin prisas, y tomando todas las precauciones que me impidan caer ahora en una lesión.
Aunque confieso que nunca he dejado de utilizarlos, hoy os quiero hablar de los productos de Kyrocream y de por qué, llevo más de 4 años utilizándolos.
Cuando uno busca un gel deportivo suele hacerlo a ciegas. A veces te fías del que tienen en tu farmacia, pero con los años, creedme que vas aprendiendo a diferenciar los que de verdad funcionan.
Así llegué a Kyrocream. Una marca que utilizan los fisioterapeutas de la Real Federación Española de Natación, los que fueron con el equipo nacional de paralímpicos a Tokio, futbolistas, corredores de ultras, y hasta la clínica donde se cuidan y recuperan los mejores tenistas del país.
La verdad es que la crema Kyrocream Original (la del bote verde) ha estado siempre por casa. Creo que la primera vez la compré para aliviar las piernas cansadas en un viaje, pero es la solución para los pequeños golpes y contusiones que sufrimos a diario cualquier familia con niños, una madre «acelerada» y un bóxer que se atraviesa cuando menos te lo esperas 😉
La utilizo después de entrenamientos suaves, caminatas o días en que me duelen los hombros (de tanto darle a la tecla) o necesito aliviar tensiones.
Pero reconozco que a medida que subí la intensidad de los entrenamientos, hubo dos productos que se volvieron imprescindibles (tanto que, además de los tamaños originales tengo formato más pequeño para poder llevarlos en el equipaje de mano):
- Kyrocream Sport HOT, para preparar músculos y ligamentos antes de entrenar.
- Kyrocream Sport ICE para recuperar después.
El primero además tiene un aroma a vainilla que me fascina pero sobre todo me gusta porque se aplica y se absorbe rápido (si lo utilizan los equipos olímpicos de natación sincronizada o waterpolo antes de entrar en el agua, os podéis imaginar que esto es 100% verdad).
Te proporciona efecto calor pero no arde como otros productos y de verdad, funciona. Evitas lesiones, y logras mejorar el rendimiento.
El gel efecto frío (ni que decir tiene que es una maravilla en verano) es sobre todo, eficaz.
No imagináis como ayuda a recuperar y que efecto frío tan agradable (yo que era de las que después de un entrenamiento intenso intentaba meter las piernas en agua con hielo, no lo he vuelto a hacer).
Resumiendo, son productos que llevo utilizando muchos años, que recomiendo a amigos y familiares por whatssapp y ojo, que no son iguales que otros de otras marcas.
La cantidad de principios activos o la composición hacen que sean los que de verdad funcionan (y esto no lo digo yo sino fisioterapeutas que cuidan a deportistas profesionales que no se la pueden jugar).
Podéis encontrarlos en farmacias, parafarmacias (si no lo tienen y os recomiendan otra marca, encargad Kyrocream y no tiréis el dinero) y en su web kyrocream.com